Eh caminado por las pantanosas calles de Bucareli, Luis Mora, Tacuba, Francisco I. Madero, Palma y Bolívar en diversas ocasiones, eh recorrido todas las viejas y caóticas librerías de Don Celes, Allende, Belisario Domínguez y Pino Suárez en un par de ocasiones ya, en realidad, eh vagado por todo el centro de la ciudad de México, desde la Lagunilla hasta la Doctores y de la Guerrero a la Merced. Por desgracia, no eh podido encontrar aún a la mujer de veintitantos años que Amadeo Salvatierra soñara ebrio en su casa de República de Venezuela después de haber ingerido un par de tragos de Los Suicidas, ese irresistible mezcal, difícil de encontrar pero con un virtuoso poder para soñar.
En consecuencia a ello y a falta de datos reales y verosímiles de los acontecimientos por el momento, la ficción se tendrá que hacer cargo de rellenar los espacios en blanco que mi mente se aferra a reconstruir del México de los años setenta, donde esa chica de veintitantos años vagaba como un fantasma por los rincones más inhóspitos de esta ciudad.
¿Dónde te encontrarás, Cesárea Tinajero?
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