martes, 29 de mayo de 2012

1994


La primera referencia consciente que tuve a los 10 años de lo que era un presidente de la república fue en 1994, cuando el ex presidente Carlos Salinas de Gortari dejo al país  en quiebra, esto fue debido, años después entendí, a un elevado gasto gubernamental justificado en obras públicas con el objetivo de mantener una inercia que mostraba un crecimiento falso de un gobierno de privatizaciones, burocracia institucional y una nefasta e hipócrita popularidad. Este gasto gubernamental cabe señalar llevó a un déficit de cuenta histórico de un 7% del PIB. Para poder lidiar con ello y ocultar el exagerado robo, el astuto presidente Salinas de Gortari emitió algo llamado Tesobonos, una especie de instrumentos financieros del gobierno que aseguraban pagos en dólares y con los que el Banco de México pudo recaudar fondos. Obviamente muchos de los inversionistas que estaban participando en este inmenso fraude se asustaron al cierre del sexenio y fueron a canjear sus Tesobonos por efectivo, vaciando así las reservas monetarias del Banco de México y produciendo una de las más fuertes devaluaciones del peso mexicano.

En aquel 1994 Los Simpson ya nos regalaban sus primeras sátiras de la sociedad norteamericana con la que el resto del mundo fantaseaba, el sueño americano nos acababa de vender su guerra más fría y la violencia en la televisión mexicana estaba más representada por los desnudos y las malas palabras que por los balazos y las matanzas. En los videojuegos mientras tanto, todo se resumía en cómo vencer a Koopa en el Mario Bros o cómo terminar con los alienígenas en el Contra, el narcotráfico veía su amanecer como industria sustentable e ilegal y aunado a ello, 1994 trajo consigo otros sucesos políticos atroces tales como el asesinato del candidato presidencial por el Partido Oficial (PRI) Luis Donaldo Colosio, al parecer por no simpatizar con el mandatario en turno y jefe de la nación Carlos Salinas, pero esto nunca se pudo comprobar, (su lugar fue ocupado por el coordinador de campaña Ernesto Zedillo que meses después se convertiría en presidente y títere de la república), además el homicidio de José Francisco Ruiz Massieu, Secretario General del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del Partido Revolucionario Institucional y ex cuñado de Carlos y Raúl Salinas de Gortari puso en prueba y en tela de juicio al sistema penal mexicano, prueba que nunca pasó, ya que el crimen no se ha resuelto a más de 18 años de distancia; hoy, todo sigue apuntado a que los hermanos Raúl y Carlos no querían a este ex miembro de la familia rondando sus intereses personales ni mucho menos financieros, esta teoría tampoco se ha podido comprobar, increiblemente.

Si esto no fuese poco, el ya lejano 1994 inició su historia con una rebelión insurgente que se levantó en armas en el estado de Chiapas, guida por el último revolucionario que este país ha visto nacer: el subcomandante Marcos (Rafael Sebastián Guillén Vicente) representaba los intereses del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional y su objetivo de subvertir el orden para hacer la revolución socialista y crear así una sociedad más justa.

Era este mismo 1994, cuando Green Day lanzó Dookie, su álbum más exitoso hasta entonces, cuando entró en vigor la Constitución Política del Perú, auspiciada por Alberto Fujimori, cuando Nirvana ofreció su última actuación en Múnich y Kurt Cobain murió meses después, llevándose con él al movimiento grunge de los 90´s, fue 1994 cuando Linux publicó su versión 1.0.0 del kernel, cuando el papa Juan Pablo II publicó un documento que prohibía a los sacerdotes la militancia política y sindical y, también fue 1994 cuando el Tratado de Libre Comercio de América del Norte dejó a México y a su ya pequeña industria cinematográfica a dispensas de los blockbusters gringos de cada mes.

Cuando llego a recordar ese ´94 de cuarto de primaria, de Mundial de Futbol, de Brasil campeón, Nintendo, cascaritas en la calle, caos social, de asesinatos políticos, de billetes nuevos pero más devaluados, de elecciones federales, campañas electorales y discursos políticos sin saliva, de sietes en matemáticas y un creciente gusto muy especial por las niñas de mi salón de clases; recuerdo también que a los diez años no me preocupaba la democracia, ni las instituciones, ni los sindicatos, ni el trabajo, ni mucho menos llegar a las urnas para votar por personas detestables de traje y corbata que lo único que han buscado es inflarse de poder y dinero a costa de un pueblo que como única culpa lleva la ignorancia, el olvido y la necesidad. Ahora entiendo que a los diez años sólo ves cambiar el pinche mundo y te chingas a las decisiones de los adultos. Pero hoy creo que el crecer debe significar una transformación, una revolución, el crecer debe llenarte de decisión, de ideales y sobre todo de libertad. El voto en una democracia es libre y secreto, pero el voto en una democracia es también la responsabilidad de escoger a los líderes que tienen convicción, y no sólo ambición.

“Soy, soy lo que dejaron, soy todas las sobras de lo que se han robado...”


lunes, 7 de mayo de 2012

7 de mayo, 2012


“La memoria nos hace vulnerables y nos deja expuestos al dolor. [...]”
Andrey Tarkovski

En el sueño, caminaba por la calle de Bucareli hacia la avenida Cuauhtemoc, la tarde empezaba a caer y el tráfico vehícular era una idea vaga y poco consistente de la ciudad. Pocas personas andaban por la acera, se percibía el sonido de autos y máquinas, yo me escondía del sol, del ¡pinche sol! hasta en la más pequeña marquesina de la vía pública. Pasé frente al Café de Lima y a lo lejos observe el reloj chino que no avanzaba al ritmo de la hora, me sentí cansado, hartado y fatigado, mis piernas dejaron de responderme pero mi corazón latía más rápido de lo normal, entonces por un segundo mi aliento se esfumo,  sentí que el tiempo estaba detenido, deje de avanzar y los transeúntes se desvanecieron como una bomba de humo blanco, la nube de tonos grises hizo su aparición oscureciendo toda la escena, estaba sofocado, cerré los ojos, fade out. Un fuerte suspiro trajo de vuelta al tiempo, a mi vista y a una fuerte aceleración de mis pasos que ahora  podían predecir inequívocamente a la lluvia que acechaba, fade in. Cruce por la glorieta del reloj y comenzó la tromba. Busque un refugio pero al levantar la vista lo suficiente, sólo te vi a ti, te vi sola, sentada en una mesa de la Encrucijada Veracruzana, estabas ahí, frente a mis ojos.

Las ranas, que caía del cielo en una hermosa tormenta verde, se apilaban en la calle como cadáveres despojados después de la guerra. Soldados caídos, miles de guerreros bendecidos por la muerte. Fui hasta la entrada del restaurante y me senté frente a ti y frente a la ventana que exhibía toda la distracción que parecías no darle ninguna importancia. Tus ojos me miraron de frente, no te noté sorprendida, siempre supiste que llegaría. Ya me esperabas. –El olvido es una dolorosa agonía…-  fue lo que susurrarón tus ojos verdes y tus labios rojos antes de partir. No hubo despedida, o quizá sí, pero no la recuerdo. El aguacero había cesado cuando te marchaste. Al rato, una camarera se acerco y le pedí una taza de café con leche, mire hacia afuera por la ventana y el mar ya se encontraba ya ahí, esperándome, estaba lento y  rabioso como tú.

Cuando desperté, las olas del mar tocaban mis talones, el sol enclipsaba mi rostro pidiendo que mis ojos permanecieran cerrados por siempre, las olas eran constantes dentro de mis oídos y el tiempo simplemente no estaba presente. Me pregunte como es que había llegado a aquel lugar, pero no lograba contestarme, abstraído en aquel maldito pensamiento, decidí solo permanecer inmóvil por un momento. La arena se convirtió en una vasta cama vacía y las olas se esforzaban cada vez más en tocar mi rostro, por otro segundo todo cayó, el silencio gobernó en su máximo esplendor y dejo atrás todo su estúpido capricho.

Todo terminado esta.

Cuando el mar se digno a devolver su aliento, abrí los ojos con fuerza volviendo en mí. La playa era como un paraíso encontrado en medio del caos, como una postal en la cuarta de forros de una revista de publicidad o como una película de Fellini que puedes apreciar en su máximo esplendor. Estaba sólo, la botella de whisky volvió a mí como una carta enviada en el fondo de una garrafa, en aquel inconsciente momento deje de ser un detective salvaje, condene mi espíritu a una vida de eterna intranquilidad, deje mi culpa atada ¡Pinche culpa! y deje a mi Cesárea Tinajero en el olvido constante.