Como parte de la Alianza por el
Cambio (PAN y PVEM) el año 2000, trajo después de más de seis décadas de
participación política opositora del Partido Acción Nacional, a Vicente Fox Quesada, como presidente de
la República Mexicana, terminando así, con la extensa hegemonía del Partido
Revolucionario Institucional, que se mantuvo desde el final de la Revolución
mexicana.
Todos pensaban que el año 2000 traería consigo la
destrucción del mundo, el caos en las computadoras y el desorden social, pero
no fue así, el año 2000, comenzó un sábado según el calendario gregoriano, fue
un año bisiesto, declarado como el año internacional de una Cultura por la Paz,
con todo y George W. Bush como candidato a la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica por
el Partido Republicano, fue declarado también año Mundial de las Matemáticas y
el año del Dragón por el calendario Chino. Por aquel 2000 yo era un chico que
recién comenzaba la preparatoria, una vida sexualmente activa e inexperta,
además de un gusto en crecimiento: por el cine, la literatura y las artes
plásticas. Mi entrada a la máxima casa de estudios de este país fue presenciada
por una huelga iniciada un año atrás y causada por modificaciones al Reglamento General
de Pagos (RGP). El entonces rector de la UNAM; Dr. Francisco Barnés de Castro, presentó
ante el pleno del Consejo Universitario (máxima autoridad dentro de la
institución); el incremento de las erogaciones, que la comunidad universitaria
tenía que hacer por: conceptos de inscripción, cuotas semestrales y servicios. Como
consecuencia, un levantamiento estudiantil se puso en pie, lo que se defendía era
la educación superior gratuita para todo mexicano. A favor de la propuesta “Barnés”, se encontraban por ende: el
rector de la UNAM, algunos ex rectores, así como autoridades académicas y
administrativas de la universidad, el Gobierno Federal, los partidos Acción
Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y los medios masivos de
comunicación. En contra estarían: los huelguistas, constituidos ya en una
asamblea (Consejo General de Huelga), un número importante de profesores,
académicos, sociedad civil representada por padres de familia y activistas, comunidades
universitarias de otras instituciones de México, organizaciones sociales sin
fines de lucro y movimientos de izquierda, incluyendo al Ejercito Zapatista de
Liberación Nacional (EZLN).
Aquella huelga traería consigo una
alteración en las paredes de Rectoría; el mural de David Alfaro Siqueiros: "El
pueblo a la Universidad y la Universidad al pueblo", quedaría
profanado para siempre después de este evento, además una campaña de
desprestigio devaluó a cualquier estudiante egresado de la Universidad, en
comparación a cualquier otro Instituto privado, consentido de la derecha: la UNAM valía un carajo. El movimiento traería
consigo también, mi retardo de ingreso a la Escuela Nacional Preparatoria
número seis en Coyoacán, traería a un nuevo rector, Dr. Juan Ramón de la Fuente (que a la larga restablecería el orden,
la paz y el orgullo por el campus universitario), conduciría además a un
plebiscito, que demandaría el final de la huelga y una pronta resolución a los
términos estipulados en el pliego petitorio del CGH, traería también de cierto
modo, a los fantasmas del ´68, al ver a una nueva generación de estudiantes luchando
por intereses nacionales, pero sobre todo, traería en mí una postura hacia
todos los sucesos políticos y sociales que pasaban dentro de mi país, me hizo
valorar mi educación y retomar consciencia de lo absurdo que la sociedad puede
comportarse muchas veces; de lo irónico, que es pertenecer a la minoría
razonante, que combate a los pequeños grupos de poder que quieren controlarlo
todo, desde las decisiones de un pueblo que no pone ni un gramo de resistencia a
las atrocidades, crímenes y corrupciones, que cometen sexenio tras sexenio,
hasta la de las Instituciones que creen que la privatización y el capital
extranjero son las respuestas a su mala organización y fracasos. Además de
tener una huella imborrable en mí, en el año 2000 aprendí que se debe pelear
por la educación de todos, por la universidad de todos y por el derecho que todos
tenemos: al conocimiento, la cultura y las artes que nos pertenecen y nos hacen
personas justas y valiosas.
A veces, ese chico de quince años que era
entonces, me recuerda hoy, que los movimientos sociales y estudiantiles, deben
comenzar defendiendo causas justas, seguir con fuertes ideales y terminar en verdaderas
revoluciones.
La
madrugada del 6 de febrero del año 2000, elementos de la Policía Federal
Preventiva (PFP) entrarían en la máxima casa de estudios y detendrían a poco
más de 700 estudiantes. No sería sino hasta el 23 de abril, a un año y tres
días de iniciada la huelga, que los 3 mil 100 elementos de la PFP que patrullaron
Ciudad Universitaria desde el mes de febrero, abandonarían las instalaciones,
para dar paso al reinicio de las actividades académicas y administrativas, el
gobierno opresor de más de setenta años, había terminado el “pleito” con su
estilo más clásico.
Después de
la cuarentena, el
2 de julio, ya nadie recordaba a Porfirio
Díaz, aquel tirano que provocó la revolución mexicana, en su lugar, Ernesto Zedillo debió reconocer
públicamente la primera derrota de su partido en 71 años. Fue así como terminó
un período de más de siete décadas en el poder de un solo partido, también por
primera vez en la historia del México independiente, el país experimentó una
transferencia del poder a la oposición pacífica y ordenada. En el 2000 no había
ganado la derecha, había perdido el PRI. El resultado electoral le dio a Vicente Fox el 42.52% de los sufragios,
mientras que Francisco Labastida sólo
obtuvo el 36.10% y Cuauhtémoc Cárdenas
el 16.64%. México comenzaba así su nueva vida política con un sistema
tripartidista, ningún partido tenía capacidad para controlar el Poder
Legislativo. Además, en el resto del país, 19 estados eran gobernados por el
PRI, siete por el PAN y cuatro por el PRD, mientras que los gobiernos
municipales también se habían pluralizado: 57% eran priístas, 13.4% panistas
y 10% perredistas.
Vicente
Fox Quesada, Director
de Mercadotecnia del grupo Coca – Cola
Company, diputado federal por el estado de Guanajuato para la LIV Legislatura en 1988, gobernador del mismo
estado en 1995, mostraba ya para 1997 públicamente su interés por ocupar la
Presidencia de la República, cargo para el cual sería habilitado, solamente
después de la reforma constitucional del artículo 82 en 1993 que permite a los
mexicanos por nacimiento, hijos de padre o madre de origen extranjero nacidos
dentro del territorio nacional, aspirar al puesto. Se hizo de la candidatura
presidencial el 14 de noviembre de 1999. Presidente de la República Mexicana el
día de su cumpleaños número cincuenta y ocho, Fox, como le dicen sus amigos, le
vendió sodas frías a toda una nación sedienta de cambio, lástima que el verdadero
cambio, nunca llegó.
“Si el año del dragón fuera mortal, más allá de la verdad, no habría pasión.Si el olvido es tu creencia, déjame olvidarte… […]”
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