miércoles, 7 de noviembre de 2012

2006


El que no se llena de fantasmas, corre el riesgo de quedarse solo.
Felisberto Hernández


Los fantasmas son espíritus o almas desencarnadas de seres muertos (más raramente aún activos) que se manifiestan entre los vivos de formas perceptibles y principalmente en lugares que frecuentaban en vida, o en asociación con personas cercanas a ellos. Los fantasmas constituyen uno de los tipos más conocidos de superstición que ha creado la humanidad en toda su historia.



En el 2006 yo huía del peor fantasma al que un chico pueda hacer frente, el amor. En consecuencia, el desamor había posicionado un miedo infinito a la soledad en mi subconsciente, haciendo que mi vida prácticamente inerte se trasladara casi todos los días desde la Escuela Nacional de Artes Plásticas en Xochimilco, hasta alguna cantina o restaurantillo en la calle de Gante o Regina en el centro de la ciudad. Estudiaba  el último año de la licenciatura y las visitas al centro histórico por las tardes eran guiadas por el First Impressions of Earth de The Strokes, manteniendo así, mi mente ocupada en las nuevas expediciones que aquel terreno inexplorado representaban para mí, el corazón de la metrópoli se presento cordialmente, como un refugio, una cueva que me protegía de los miedos que me invadían y acechaban interiormente. De vez en cuando, una cerveza León y el frío de otoño sobre una mesa, en la terraza de cualquier bar, acompañaban a mi libreta donde escribía y dibujaba pendejadas y cabronerias, seguidas de un cigarrillo Lucky Strike que hacia las pautas entre oraciones y párrafos, bocetos y garabatos. El inconsciente, la sin razón y la poca redacción, adornaban mis escritos y mis dibujos ya desde entonces.

Una tarde, mientras realizaba mi recorrido desde la calle de El Salvador y hasta el Monumento a la Revolución en la avenida de los Insurgentes, se presento frente a mí, un campamento de civiles en pleno Paseo de la Reforma, la comitiva resguardaba el miedo al fantasma más perverso que ha conocido este país, la democracia.  Aquel espectro era nuevo para mí, ya que fue en ese 2006 cuando por primera vez vote en un sistema demócrata, entre al juego haciendo mi elección por un presidente de la República Mexicana. Por desgracia ajena, un fraude electoral impulsado por el gobierno conservador en turno, trastornó mi idea inicial de república para transformarla en dictadura. Mi voto en 2006 fue en todo caso, una ilusión, un fantasma.

A pesar de ello, meses después terminé la universidad en aquel año en que la Squadra Azzurra festejaba su cuarto título mundial de futbol, Francis Ford Coppola, George Lucas y Steven Spielberg le entregaban a Martin Scorsese su primer Oscar como Director por su película The Departed y fue este el año también, en el que aquel campamento de guerreros rebeldes en Paseo de la Reforma represento el único suspiro para la resistencia pacífica de una basura de sistema político e injusticia social. El pequeño número de ciudadanos era ya sólo una sombra en el pasado eterno de la urbe, ahora un presidente ilegítimo tomaba la presidencia del país y yo comenzaba a huir de aquel caótico y hermoso centro de la ciudad capital que se había convertido en mi guarida sumergida dentro de una monumental Babilonia de sueños, me uní pues a los fantasma de la oposición, la resistencia y la libertad que deambulan todavía hoy como pena ajena en esta nación. Fue en un acto casi imperceptible, mi cuerpo se desvaneció, la mente de pronto me exploto, mis emociones se flagelaron lentamente unas contra otras y mis ojos se quemaron mutuamente haciendo que mi corazón tuviera una garrafal erupción.

Y entonces, todo volvió a comenzar…



 

1 comentario:

  1. Amigo, seguramente siguiendo la tradición fantasmal, usted en algún momento de la vida universal hará ésos recorridos... Más me hace sentir que su arraigo y visitas a esos lugares, ya van por segunda vuelta. TQM Glo$$

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