Mis desvelos permanecen
en pupilas que no saben
donde quedar sepultadas
quizá bajo los escombros
de lo húmedo y salvaje de tu sexo
quizá sobre esa bola de carne
que palpita en el pecho
y no me permite devorar más suspiros
bajo la bruma
bajo el anhelo vespertino
que ya no llevo puesto
ahora ya no necesito notas en mi cabeza
para archivar tus memorias
ahora un androide se desliza
entre el café instantáneo
y mis neuronas anestesiadas
por el virus que sofoca
lo ordinario de mis días
ahora este deseo [in]necesario
de que la tristeza me agujere
es un cometa que se aproxima
sobre la furiosa oscuridad
que es domada por nuestros gemidos
los que no olvidaron
olvidarse de nosotros.
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