martes, 9 de octubre de 2018

Las Ventanas Abiertas Ya No Dan Al Cielo

Es verdad, que en algún momento dejé de crecer 
y comencé a morir
y la vida se aceleró / y se aburrió / y se modernizó
y estuve dispuesto a saltar en cualquier instante
hacia la agonía de mi imaginación

fue entonces que las paredes se estrecharon
y el cenicero dejó de atiborrarse de bachitas,
y los latones de cerveza
ya no marcharon como fichas de ajedrez
hacia la basura

fue entonces que el tejado obligado
y las columnas llenas de responsabilidad
ocuparon el lugar 
que antes habitaba
el desquicio y la despreocupación

el deseo desenfrenado 
y el mareo del itinerante borracho 
que me despertaba 
en medio de la oscuridad 
con los bolsillos llenos de centellas 
y un firmamento encendido 
y el corazón rabioso 
y las vísceras quemadas por placer; 

ahora esa parte de mi vida se está desvaneciendo, 
ahora las ventanas abiertas ya no dan al cielo 
ni a la luna decrépita / ni a una perturbada constelación 

ahora un torbellino de cenizas 
me ha arrebatado los tendones 
y me ha dejado fatigado 
enfermo de tanto ver llover, 
silenciado entre los murmullos 
de mis pulmones palpitando

es ahora,
en medio del horizonte color té,
que me postro frente aquella puerta que está entreabierta en las entrañas de uno y por la que han pasado como un flash back los rostros que admiré, que odié, que amé, que envidié, que desprecié, los rostros que protegí, los que arranqué, de los que me defendí y busqué vanamente dentro de este tórax que ya no es mío, si no de la ausencia de los amores que he calcinado en él, porque es verdad, que en algún momento dejé de crecer y he comenzado a morir.

2 comentarios: