miércoles, 29 de enero de 2025

Bridges to Babylon

She confessed her love to me / then she vanished on the breeze
trying to hold on to that was just impossible.
THE ROLLING STONES

Estuve ahorrando por más de tres meses, hasta que tuve lo suficiente para comprarme mi primer disco en CD. Era viernes y El Mayo pasó por mí para realizar la compra. La elección fue difícil; ahí estaba el Pablo Honey de Radiohead, el Nevermind de Nirvana o el Disintegration de The Cure. Pero por algún motivo, que no tiene explicación, elegí el Bridges to Babylon de los Rolling Stones.

Ese mismo viernes, mientras regresaba deseoso de estrenar el disco en el estéreo, vi pasar a Camila con su mamá. Camila era mi compañera de tercer grado, estaba por cumplir quince y teníamos dos años de conocernos; aquella tarde, descubrí lo mucho que me gustaba cuando cruzamos miradas. Así que, el fin de semana, lo pasé escuchando el vigésimo primer disco de los Stones y pensando en Camila.

El lunes por la mañana me volví a encontrar con ella, pero esta vez, iba a bordo del auto de su padre. Todo el día nos estuvimos mirando inquietamente de esquina a esquina del salón de clases.

El martes, llegué tarde, al igual que Alex (otro compañero de salón) quien me preguntó si era verdad que me gustaba tanto Camila. Sorprendido, asentí con la cabeza.

El miércoles, a la hora del recreo se resolvería todo; según información de Alex, yo también le gustaba, lo que me hizo sentir animado. La propuesta se haría a un costado de la cooperativa según indicaciones del Mayo. Debía estar preparado para el momento en el que sus amigas hicieran la retirada hacia los baños y la dejaran sola. Entonces, debía acercarme a ella y preguntarle si quería ser mi novia, pero cuando estuve frente a ella, sólo sentí pánico y lo único que salió de mis trastabillados labios fue un seco: –¿Cómo estás? Sonrojada, Camila me contestó: –Bien. Un segundo después, sonó la chicharra y todos, incluyéndonos, realizamos formación para volver a clases.

A pesar del bochornoso incidente, Camila pasó el resto del día sonriéndome desde su rincón, y yo hacía lo mismo desde el otro extremo, como declarándonos amor con la mirada.

A la salida, mientras veía cómo se alejaba, pensé en que debería de ser un imbécil si no iba tras ella y la besaba, así que la alcancé y le planté un beso que duró, sin temor a equivocarme, más de un minuto. Después, simplemente, cada quién tomó su camino.

Al día siguiente, llegué temprano y Camila ya me esperaba para besarnos. Nos besamos antes de que iniciara la formación, entre cada cambio de clase, a la hora del recreo, al finalizar el Ángelus y antes de separarnos para volver a casa. Para el tercer día, comencé a encaminar a Camila hacia su casa. Parábamos besándonos en cada esquina, en cada árbol y en cada aparador que se nos atravesaba. Para el cuarto, vivíamos pupitre con pupitre; almorzando juntos en el receso y escondidos en cada rincón del colegio para seguir besándonos. Por desgracia, para el quinto día, la sorpresa de que el padre de Camila estuviera esperándola a la salida debido a sus demoras, me causó gran desasosiego y  la inequívoca sospecha, de que entre la hija del señor Mendoza y yo, se había empezado a desarrollar un vínculo tan estrecho que debía parar. Pero no fue así, durante los últimos meses en los que transcurrió nuestra educación secundaria, Camila y yo nos adaptamos a todas las formas posibles para seguirnos viéndonos y por supuesto, seguir besándonos. Hasta que llegó el fin de ciclo, y nuestra historia parecía haber llegado a su fin.

Pero tampoco fue así, y en aquel verano de 1999, mientras seguía escuchando el Bridges to Babylon de los Stones, visitaba a Camila como un ‘amigo’. A veces, la suerte nos sonreía y me escabullía en secreto, cuando sus padres salían. Entonces, como dos buenos y principiantes amantes, subíamos a su habitación y permanecíamos electrizados por un buen rato, –ella en verdad era eléctrica. Sin embargo, una vez, llegaron cuando menos lo esperábamos y estuvieron a punto de descubrirnos; tuve que permanecer en silencio y aterrado dentro de su armario por cinco horas para  no ser descubierto. Ahora, sólo recuerdo haber bajado con toda la adrenalina desbordada por las escaleras, atravesar el patio y abrir la puerta de la calle sin ni siquiera mirar atrás. Pero ni lo anterior, ni haberme quedado atrapado, en otra ocasión, en la furgoneta de su padre, nos hicieron cambiar de opinión.

Camila asistió a un colegio particular y yo a una preparatoria pública. La  estricta vigilancia paterna, le tenía prohibido salir con alguien o ir a fiestas o reuniones. En muchas ocasiones, pasaba más de una semana para que pudiera verla. A pesar de ello, hablábamos todas las noches por teléfono, al inicio una hora, pero después, se fue incrementando a un par de horas más, hasta que los fines de semana podíamos pasar toda la noche pegados al auricular, sólo escuchando nuestra respiración o platicándonos cualquier estupidez.

Después de varios meses, me cuestionaba si era correcto seguir con Camila en dichas condiciones. Evidentemente no podía dejarla, mi atracción hacia ella era demasiado fuerte y nuestra relación algo muy especial. Aunque ahora que lo veo a la distancia, era algo enfermizo y codependiente también. Me conformaba con verla a ratos en su casa frente a los ojos de odio y hegemonía de su padre o a escondidas, cuando tenía que ir a pagar el recibo de la luz o el agua sin la compañía de su madre o sus hermanas. Un par de veces, nos escapamos al cine con alguna de sus amigas que nos servían de chaperón. Una vez esperé por más de dos horas afuera de su prisión para que lograra escaparse en una especie de plan maestro, aunque al final, fue un rotundo fracaso. Tomábamos vacaciones separados y nos resignábamos a escribirnos cartas ridículas de amor o chantaje, en las que salía a relucir mi infinita libertad contra su sofocante encierro.

Por fin, al cabo de tres años, Camila ingresó a una universidad en Tlalpan y yo, a una en Xochimilco. Y algo en nuestra relación de pubertos se desvaneció. Durante ese periodo, mientras caminábamos tomados de la mano, presentía el momento en el que Camila se detendría para decirme cruel y tajantemente que entre nosotros todo había terminado. Dejando atrás, hermosos recuerdos; el primer beso, la primera carta o la primer llamada; nuestra primer escapada al cine  o nuestro primer e inexperto encuentro sexual mientras sonaba aquel Bridges to Babylon de los Rolling Stones.

Sí, todo eso pudo haber terminado como un hermoso recuerdo en aquel preciso instante de nuestras vidas, pero desafortunadamente, tampoco fue así.





miércoles, 13 de noviembre de 2024

Historia de un Búfalo Salvaje

A la pregunta ¿cuánto has amado? es mejor hacer, como si se hubiera terminado la chela e ir por más. O en mi caso, escarbar en lo más oscuro e impermeable del corazón para indagar los acontecimientos que me han aproximado al término amor o pasión o lo que considero, un Búfalo Salvaje.
Por ahí de finales de 2019 me puse a escribir y escribir y escribir todas las noches, sobre muchas cosas y nada específico a la vez; sobre todo, mucha prosa. Llegué a tener más de 100 textos, más o menos acomodados por temas, con la finalidad de publicar mi primer libro con el Taller De Creación Literaria. Antes, mi gran amiga Blanca Furber había revisado gran parte de los escritos y habíamos hecho mucha corrección de estilo y algunos acomodos tentativos de los relatos y poemas. También antes, le había mandado todo el manuscrito a mi carnal Gerardo Castillo para que me diera sus opiniones. Una tarde, en una pizzería del centro de la Ciudad de México, me dijo que tenía para publicar dos libros en lugar de solo uno. Con ello en mente, separé los textos que a la postre se convertirían en el NUNCA APREDÍ A ESCRIBIR POESÍA (Editorial Taller de Creación Literaria / 2020) y el resto, volvieron a manos de Blanca Furber quien me sugirió dividir el libro en dos secuencias. Después, le pedí a Nuria Cano (de Lima, Perú) que me ayudara con algunas ilustraciones para los forros y el interior del libro. Desde entonces se quedó como BÚFALO SALVAJE. Lamentablemente, una pandemia, los pocos recursos y una especie de capricho amoroso, hicieron que este libro que surgió como de un anécdota de: –¿pues cuántas novias has tenido? No viera la luz hasta hoy, que en forma digital, espera que un día sus textos se postren sobre la tersa textura del papel. Mientras tanto, ojalá les guste y sobre todo, recuerden como yo, las antiguas y nuevas épocas doradas de nuestra vida.

Ciudad de México | 13 de noviembre de 2024.



Búfalo Salvaje | Miguel Torres

Búfalo Salvaje de Miguel Torres
disponible en: https://migueltorres.blog/bufalo-salvaje/


lunes, 11 de noviembre de 2024

Polos

estoy cerca de las rocas / la marea produce olas más fuertes

de pronto no siento la arena / el mar comienza a llevarme

tengo una terrible desesperación / creo que moriré

            aprieto los párpados y el instinto de sobrevivencia actúa


me pregunto por qué me levanté de la cama

la lluvia salpica las ventanas y no se puede ver nada

te heredé el impulso de comenzar el día

queriendo ver imágenes en la pantalla

afortunadamente tu madre hace todo lo posible

por quitarnos ese horrible vicio

            que no nos permite pensar qué hora es en el polo norte


un día platicaremos de cómo el tiempo avanzó

sin que nos diéramos cuenta

queriendo rebobinar la cinta sin poder lograrlo / pero no importa

porque no es tan malo permitirle que avance

y me convierta en algo parecido a un témpano de hielo

o a un testarudo cauce glaciar

            que permanezca congelado en este objeto

            que es más bien como el polo sur


recordaré también como me mirabas indiferente

al tomar cualquiera de mis libros que luego con sigilo inspeccionabas /

como si intentaras descifrar que me atraía de ellos

otro día te preguntarás quién era ese hombre

que escarbaba como agujeros las palabras

¿qué tanto escribía en la vieja computadora en lugar de irse a dormir?

¿por qué lo hacía con tanto apuro? ¿y para qué?

como si nuestro futuro pudiera resguardarse

            en una caja fuerte esperando ser atracada


ni en el polo norte / ni en el polo sur / importa el tiempo /

puede ser cualquier hora

llenamos con colores los libros para iluminar / nos contamos historias

es bueno perdernos en la música / o en el arte

lo inesperado nos seguirá aconteciendo /

no te pierdas la posibilidad de explotar entre hilos

o de recordar este verano Gravity Falls [1] /

o nuestras importantes conversaciones de camino a la escuela /

recuerda las tardes en que nos tumbamos a mirar el televisor

sin que nada más importara / ni el trabajo / ni el clima /

            ni las palomitas de maíz quemadas


me gusta que te guste el mar / y que construyas cosas con la arena

me divierte cuando esquivamos las olas juntos /

que nuestras huellas marquen un camino

que después se borra para hacer otro / y otro / sin dejar rastro

hasta que una ola revienta y nos revuelca

y veo en tu rostro una terrible desesperación

aún puedo rescatarte /

el instinto de supervivencia nos mantiene aquí

un día cruzarás el océano completo / y te esperaré en la orilla

apretaré con fuerza los párpados / e intentaré volver aquí

a esta playa en donde hemos pasado

            el mejor día de mi vida.

Playa Bonfil, verano de 2022.

_____________________
[1] Gravity Falls es una serie de televisión animada creada por Alex Hirsch inicialmente, entre 2012 y 2014, para Disney Channel, y más adelante, en 2014 hasta 2016 para Disney XD. Es la historia de dos gemelos llamados Dipper y Mabel, quienes pasan sus vacaciones de verano en la cabaña de su tío abuelo Stan ubicada en un pueblo de Oregón llamado Gravity Falls, en donde ocurren eventos paranormales y sobrenaturales.


miércoles, 13 de noviembre de 2019

Mientras Espero el Metrobús

Me pongo a pensar en esos amores perdidos en una aula de clase, en una oficina gubernamental o en el rincón de una cantina o una interminable juerga. Amores de un par de días o de un par de horas o de una sola noche. Insociables, reprochables, transitorios, sin compromiso de ningún tipo. De una incomodidad, remordimiento y fealdad tal, que son irrecuperables, tan subversivos, que son recluidos en el recóndito y oscuro sótano de la memoria. Amores tan terribles y condenados, que deben de estar tramando en algún lugar oscuro y silencioso una venganza atroz.

jueves, 28 de marzo de 2019

Odisea Espacial

Though I’m past one hundred thousand miles
I’m feeling very still
And I think my spaceship knows which way to go
Tell my wife I love her very much
she knows.

DAVID BOWIE

19:33 h
La pequeña tina de baño es el océano para Emilio,
aunque su madre lo sostiene como si de su cuerpo
surgieran miles de tentáculos que lo mantienen a flote,
me preocupa que nade sin escafandra;
aborrezco la idea de generar temor frente a él,
más cuando parece tener todo bajo control,
más cuando su ansiosa necesidad de sobrevivir
lo lleva directo al pecho de su madre


20:17 h
un poco de lluvia cae sobre el mundo,
abrazo y beso a Emilio antes de que la noche
active sobre mí ese maldito chip que me desprograma
como si la cuenta regresiva del despegue estuviera en marcha


23:03 h
desde aquí,
sentado en una lata de aluminio
mucho más lejos / por encima del mundo
el planeta tierra es azul
y no hay nada que pueda hacer
más que contemplarla a lado de Emilio,
ambos flotamos y vamos directo a su madre
que nos espera con los brazos abiertos como dos
grandes mangueras hidráulicas que nos envuelven
dentro de la cuna, Emilio gime intranquilo,
de momento comienza a llorar
la reacción inmediata de dos cuerpos entrelazados
al borde de la cama es saltar de inmediato a su rescate,
aunque yo sólo puedo custodiar la mágica relación de un
mamífero con su cría, hasta que el peso del sueño como un
imán, vuelve a generar sus efectos sobre mí

03:27 h
Aunque ya he pasado de las cien mil millas por hora
me siento muy quieto,
a pesar de que miro al mundo rotar al revés
pienso que puede ser el efecto del mar
girando en el otro extremo del hemisferio
o desde la tina de Emilio,
a pesar de ello,
creo que mi nave espacial sabe qué camino tomar,
puedo sentirme tranquilo de abandonar esta galaxia,
–dile a mi esposa que la amo mucho, me digo a mí mismo
–ella lo sabe, me contesto
escucho una voz desde lo profundo de mi inconsciente
–¿Puede oírme, Comandante Tom?
–¿Puede oírme, Comandante Tom?
pero no logro entender completamente lo que sucede
hasta que la trasgresión me envía de vuelta a la tierra
–otro pañal, pásame otro pañal
salgo disparado de la cama y procuro las provisiones
necesarias para socorrer el incidente,
después de unos minutos todo permanece inmóvil,
misión cumplida, hemos logrado detener el caos una vez más

05:00 h
la Anatomía de Grey desde el televisor no puede responderme
¿por qué mi cabeza zumba como si viviera dentro un
mosquito? o ¿por qué Emilio concilia un sueño tan profundo
mientras su madre y yo damos vueltas en la cama como
si corriéramos un maratón? o ¿por qué hay pañales por
todo el piso como si hubiesen caído de un árbol frutal o se
reprodujeran por generación espontánea?

05:59 h
Nada mejor que una pastilla de proteína
y ponerte el casco para reiniciar el vuelo
–Control en tierra a Comandante Tom,
–Control en tierra a Comandante Tom,
comenzando cuenta atrás / motores encendidos
comprobando el arranque / que el amor de Dios
esté con nosotros

Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno…

Emilio despierta como King Kong
en búsqueda de un rascacielos

¡Despegue!

y un nuevo día está frente a nuestros ojos desvelados,
los que irradian la energía que combustiona Emilio cada vez
que nos sonríe.

miércoles, 6 de febrero de 2019

Búfalo Salvaje

I
Fue tan árido
que abrió una zanja oscura
entre mis ojos
y me dejó temblando,
con los labios resecos
y el cuerpo roto



II
El siguiente fue tan seductor
como de caída libre
de una muerte asfixiante
con finales blasfemos,
nació con la suerte
y se borró después
entre gemidos bifurcados



III
Otro fue tan oscuro
como de tiniebla pantanosa
de melodía suicida
me extendió los infiernos,
me llevó al psiquiatra
pero nunca me regresó



IV
El sucesivo fue un rival de trapo
me hizo entender un sinfín de cosas
decir un sinfín de cosas
salir bien en los exámenes
tragarme la vergüenza
escuchar su llanto
dejar el trago y volver al trago
ser fantasma ambulante
sombra de cine
bomba de tiempo
un verso aventado a su suerte



V
El consecutivo
tuvo despedidas constantes
noches de juerga / arrebatos totales
que hundieron al océano en la oscuridad,
fue un búfalo salvaje
que me miró a través de una lente
con sus ojos de filtro / de luz solar,
para hacerme llover a cántaros
mantenerme imprudente
volverme planta carnívora
en medio de la selva con hambre,
hizo mi vida un desastre
enmudeció mis sentidos
me dejó sin aliento
me volvió furia abstracta
un animal violento
atado a su cuerpo,
el que cruje cada noche
mientras profanamos el silencio.

domingo, 11 de noviembre de 2018

Caja Torácica

Últimamente siento que algo va a reventar dentro de mí, algo que golpea mi caja torácica y hace que mis glándulas internas pierdan su tejido noble de secreción, para llenar sus cavidades con tejido conjuntivo intersticial; algunas veces siento mareo, algunas otras, náuseas, otras tantas un latir en el pecho que me sugiere ir de inmediato a las teclas de una computadora o desenfundar el móvil y textear la nada o algo que puede ser parte de un buen verso o un poema, si llego a tener la ambición y no la cobardía de tomar distancia. Pero a decir verdad, es en la mayoría de estas ocasiones, que la misión no suele ser concretada, simplemente porque se me entumece el corazón o los dedos o el cerebro o porque la caja torácica se queda sin cuerda antes de llegar a la página digital o porque la vida es caprichosa y pone un sinfín de condicionamientos y obstáculos previos a esta acción. Por ejemplo, alguna reunión con el jefe, contestar mensajes atrasados, enviar un e–mail, pedir comida para el almuerzo, enterarse de alguna noticia intrascendente, leer el diario, echarle un ojo o postear en las redes sociales o cualquier otra pendejada por el estilo. Porque uno pensaría que es muy fácil sentarse frente al monitor y digitar poemas o algún texto que tenga sentido, como éste. Y es que la misión tampoco se vuelve más fácil cuando estás en el metro, en el autobús, manejando o cuando llegas a casa y piensas que la tranquilidad estará de tu lado antes de que el teléfono suene, o la cena esté lista o tengas que pasar tiempo con tu hijo o tu esposa o tus padres u ocupándote en actividades cotidianas como coger, dormir, soñar o pensar en las cuentas que hay que pagar ¡No, damas y caballeros! Escribir un poema no es fácil, aunque se tenga la intención, aunque se te rompan las tripas por hacerlo, aunque la necesidad sea más que nada en el mundo, uno tiene que buscar la forma de lograrlo y no morir en el intento.

Yo, de entrada, tengo que abrir un libro cualquiera, leer un fragmento del periódico, la cartelera de cine, un libro de anatomía o psicología o quizás el texto más idiota o anodino, ya que de lo que se trata es de forzar la inspiración. Este mismo texto ha surgido a partir de la idea de una caja torácica por dar otro ejemplo. Luego hay que exprimir literalmente el cerebro, balbucear, ponerse grosero o irreverente, beber algunas cervezas, pensar en imposibles. Se hace poesía para fastidiar a la gente. Es un buen principio. Una vez en plena desesperación, asqueado de todo, quedan algunas palabras, es entonces cuando se mira por la ventana y se siente que la cabeza está a punto de estallar, en dado caso, es mejor seguir bebiendo cerveza o quizá un buen mezcal o un whisky. Quizá entonces algunas buenas líneas fluyan o todo de una buena vez se vaya al carajo.

A veces hasta puede salir un buen poema de un tirón, como cuando nos liberamos de una camisa demasiado ajustada o de un amor tormentoso. En algunas ocasiones es inevitable caer en un estado melancólico de primer o segundo grado, según las emociones. El vacío se hace en uno mismo y alrededor de uno mismo, no se equivoquen. De tal forma que escribir poemas puede arruinar la vida o dejar a uno sin amigos o vida social o pareja o dinero, pero no importa, porque uno puede arruinar su vida con el único consuelo de no haber servido de entretenimiento banal de los idiotas y haber cedido a los caprichos que provienen del interior de uno mismo, de ahí dentro, de ahí donde proviene ese ruido eléctrico cardíaco que custodia la maldita caja torácica y que en mi caso, me provoca escribir.


Ciudad de México, Julio 2018.

martes, 9 de octubre de 2018

Las Ventanas Abiertas Ya No Dan Al Cielo

Es verdad, que en algún momento dejé de crecer 
y comencé a morir
y la vida se aceleró / y se aburrió / y se modernizó
y estuve dispuesto a saltar en cualquier instante
hacia la agonía de mi imaginación

fue entonces que las paredes se estrecharon
y el cenicero dejó de atiborrarse de bachitas,
y los latones de cerveza
ya no marcharon como fichas de ajedrez
hacia la basura

fue entonces que el tejado obligado
y las columnas llenas de responsabilidad
ocuparon el lugar 
que antes habitaba
el desquicio y la despreocupación

el deseo desenfrenado 
y el mareo del itinerante borracho 
que me despertaba 
en medio de la oscuridad 
con los bolsillos llenos de centellas 
y un firmamento encendido 
y el corazón rabioso 
y las vísceras quemadas por placer; 

ahora esa parte de mi vida se está desvaneciendo, 
ahora las ventanas abiertas ya no dan al cielo 
ni a la luna decrépita / ni a una perturbada constelación 

ahora un torbellino de cenizas 
me ha arrebatado los tendones 
y me ha dejado fatigado 
enfermo de tanto ver llover, 
silenciado entre los murmullos 
de mis pulmones palpitando

es ahora,
en medio del horizonte color té,
que me postro frente aquella puerta que está entreabierta en las entrañas de uno y por la que han pasado como un flash back los rostros que admiré, que odié, que amé, que envidié, que desprecié, los rostros que protegí, los que arranqué, de los que me defendí y busqué vanamente dentro de este tórax que ya no es mío, si no de la ausencia de los amores que he calcinado en él, porque es verdad, que en algún momento dejé de crecer y he comenzado a morir.

miércoles, 29 de agosto de 2018

Sin Título

Eres el tiempo, una mirada,
el inicio de esta diminuta eternidad,
un sueño amarrado a mi pulgar de 24 cuadros por segundo.

Deambulas como las luces de los autos sobre el Eje Central,
como mosquitos fluorescentes
que pican mi consciencia desatinada.

Soy hombre inexacto
que escapa del inicio de un verso eterno
que explique porqué no se puede encontrar siempre
un título elocuente
mientras espera para cruzar la avenida.

Prefiero que el olvido
me robe este insignificante pedazo de existencia
que se colapsa entre el color ámbar del semáforo
y la luz verde reflejada en tus ojos de auxilio
que se pierden en otra dirección.